Thursday, January 31, 2008

Los Aonikenk








Los aonikenk fueron una sociedad basada fundamentalmente en la caza de animales y la recolección de especies silvestres. Un animal muy apreciado fue el guanaco, del que se obtenía comida, cuero, huesos, etc.









Para aumentar el abrigo de los niños, además de una pequeña capa de piel de guanaco joven, la madre selknam lo cargaba en la espalda, debajo de su propia capa







A fines del siglo XIX se formaron grupos de "cazadores de indios" que organizaron expediciones de exterminio entre los selknam. Una de ellas fue dirigida por Julius Popper, a quien se ven en la foto al lado del cadáver de un cazador selknam






La expansión de grupos mapuche hacia las pampas, tuvo grandes repercusiones entre los aonikenk. Adoptaron el lenguaje, muchas costumbres y adornos.





A partir del siglo XVIII los aonikenk adoptaron el uso del caballo, que pronto se convirtió en su bien más preciado. Su utilización les permitió moverse con mayor rapidez y mejorar sus posibilidades de caza

Los ancianos, hombres y mujeres, eran muy respetados, porque se consideraba que ellos eran los que mantenían las tradiciones y el saber social. Algunos caciques aonikenk llegaron a tener gran prestigio y poder. En la foto YEPELENOL, cacique del lago Cadiel




Entre los aonikenk la capa o QUILLANGO se colocaba con la piel hacia adentro. Por fuera se llevaban dibujos geométricos pintados




La vivienda típica de los aonikenk era un toldo llamado KAN, muy funcional a las necesidades de estos cazadores terrestres.





Con el caballo, se incorporaron a la sociedad aonikenk monturas, estribos, riendas y una serie de elementos, que en conjunto se reconocen como el "complejo ecuestre"




La escasez de árboles en la pampa, obligaba a los aonikenk a ir hasta la precordillera para obtener palos apropiados, largos, rectos y resistentes para sus KAU. Estos eran muy apreciados y se transmitían de padres a hijos (1)






Utilizaban el cuero de huanaco para hacer un tipo de bolsa donde transportaban sus utensilios













Los Tehuelches, los mas altos



Habitaban en la Patagonia, al norte del Estrecho de Magallanes.


Físicamente los tehuelche eran muy corpulentos y su vestuario, confeccionado con pieles de animales, les hacía ver aún más grandes.


Se caracterizaban por ser un pueblo nómade terrestre, no se dedicaron a la navegación. Los tehuelche fueron llamados por los españoles "Patagones", porque dejaban enormes huellas de sus pies en la arena de las playas, dado que envolvían estos con pieles de guanaco.
Eran de elevada estatura - 1,75 m. promedio para el hombre y 1.70 para las mujeres-, se dedicaban a la caza del guanaco y ñandúes, recolectaban todo tipo de raíces y semillas silvestres. Cada linaje contaba con su jefe y territorio.
Tenían creencias religiosas sencillas, en su mundo actuaban espíritus buenos causantes de alegrías y espíritus malos que provocaban daños y enfermedades. Sepultaban a los difuntos acompañándolos de sus pertenencias, en tumbas excavadas en el suelo o en cuevas que cubrían con piedras.
El exterminio de la etnia
La instalación por el gobierno chileno del Fuerte Bulnes en 1843 y de Punta Arenas en 1848, ambas a la orilla del Estrecho de Magallanes, fueron hitos que marcaron el inicio del proceso colonizador del territorio tehuelche. Desde el principio, los indígenas se acercaron en actitud amistosa a estos asentamientos, estableciendo con los recién llegados, relaciones pacíficas basadas en el intercambio de sus bienes (pieles, plumas, carne de guanaco) por productos traídos por los afuerinos (yerba mate, azúcar, tabaco, alcohol, etc.).
El interés de las autoridades chilenas en ganar la confianza de los indígenas, tenía por objeto establecer a través de ellos la soberanía nacional en las tierras patagónicas, disputadas en aquel tiempo con Argentina.
El fuerte aumento poblacional experimentado a contar de la década del siglo pasado en Punta Arenas, el auge económico, la proliferación de la industria maderera y aurífera, la caza de mamíferos marinos, el comercio y la delimitación de las jurisdicciones territoriales entre Chile y Argentina en virtud del tratado de 1881, entre otras causas, vendrían a poner fin a la importancia que para las autoridades chilenas tuviera en un comienzo la relación con los tehuelches.

Viruela
Un contagio de viruela se apoderó del pueblo tehuelche, reduciéndose significativamente la población aborigen de la Patagonia chilena y argentina.


Con el abandono de los sobrevivientes y la huida de estos hacia territorio argentino, en poco más de medio siglo de relación con el hombre blanco, este pueblo habría prácticamente desaparecido.
Los tehuelches fueron vistos por última vez en territorio chileno alrededor de 1927. Los indígenas provenían de Killik – Aike, localidad ubicada al norte de Río Gallegos, Argentina, y se desplazaban esporádicamente a la Patagonia chilena para cazar guanacos. Desde entonces nunca han regresado.
Fuente: Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi)

Los Gigantes Patagonicos
























PARA LA IMAGINACION EUROPEA EL NUEVO MUNDO RESULTO UNA INAGOTABLE FUENTE DE RIQUEZAS Y SORPRESAS. AMERICA ERA EL ESPACIO EN EL QUE CABIAN TODAS LAS FANTASIAS, DONDE LA IMAGINACION SUPLANTABA A LA REALIDAD, Y LOS SUEÑOS MAS FEBRILES, AL CONOCIMIENTO.
ANIMALES Y SERES HUMANOS CONFORMABAN UNA GALERIA DE MONSTRUOS. LOS GIGANTES PATAGONICOS FUERON UNA CREACION DE ESOS DELIRIOS.
UN METRO DE CARPINTERO, TRAIDO AQUI POR EL AFAN CIENTIFICO DEL SIGLO XVIII, REDUJO LA TALLA DE LOS PATAGONES A SU EXACTA MEDIDA. AL HACERLO, SEPULTO PARA SIEMPRE LA LEYENDA DE SU GIGANTISMO.
(
MONIKA SCHILLAT)




Las etnias del Sur de Chile



El pueblo mapuche es y ha sido siempre una de las etnias originarias más importantes del país, tanto por su peso social y demográfico como por su fuerte sentido de identidad cultural, que ha encontrado históricamente formas de resistencia y de adaptación a la dinámica del contacto fronterizo con españoles y chilenos.
Asentados históricamente entre los ríos Itata y Toltén, en la zona centro-sur del país, y emparentados lingüísticamente con sus vecinos picunches y huilliches, los mapuche presentaron una encarnizada resistencia a la dominación española durante todo el siglo XVI, hasta el punto de expulsar definitivamente a los castellanos de su territorio, luego de la gran rebelión que duró desde 1598 a 1602.
La Guerra de Arauco se prolongó toda la primera mitad del siglo XVII, decayendo luego de la última gran rebelión mapuche de 1656, fecha desde la cual las relaciones fronterizas se distendieron y se produjeron importantes transformaciones sociales en el pueblo mapuche, fruto de su expansión a las pampas argentinas y la intensificación del comercio entre éstos y los criollos. Convertida en una de las etnias más poderosas de Sudamérica, los mapuche debieron resistir durante todo el siglo XIX, la intensa presión de las nuevas repúblicas de Chile y Argentina, que a través de respectivas campañas militares ocuparon la región.



La integración de la Araucanía al territorio chileno en 1882, provocó el derrumbe de toda una sociedad que había encontrado la manera de adaptarse a siglos de lucha y contacto fronterizo. Los mapuche fueron confinados en territorios delimitados por el Estado, cerrándose el tránsito entre Chile y las pampas argentinas y obligándolos de esta manera a convertirse en un pueblo campesino, en tierras de mala calidad de la zona costera y la precordillera andina. La conformación de grandes latifundios a partir del remate de llamadas "tierras baldías", por parte del Estado, agravó la situación, creando una estructura agraria fuertemente desigual, a la vez que se sumaron, durante la primera mitad del siglo XX, las exacciones y estafas a comunidades mapuche, que vieron mermadas gran parte de sus tierras. El crecimiento demográfico y la contracción de las tierras comunales, dio inicio a una intensa corriente de migración campo-ciudad, lo que ha llevado a que hoy más de la mitad de los mapuche chilenos vivan en las ciudades.
Etnias australes
El territorio austral de Chile puede dividirse en dos grandes áreas geográficas con características bastante diferenciadas. Por un lado está el húmedo mundo de los archipiélagos y canales que se extiende desde la isla de Chiloé hasta el Cabo de Hornos; una tierra inhóspita cubierta de espesas selvas y cuyas precipitaciones pueden llegar a superar en algunos casos los 5000 mm anuales. Ese mundo, de una belleza singular y esencialmente acuático, estuvo habitado por pequeñas bandas de cazadores-recolectores que deambulaban en canoas por el laberinto de canales en busca del sustento, constituido básicamente por la caza de lobos marinos, aves, peces y mariscos.
Los pueblos de los canales australes estaban divididos en tres grandes grupos étnico-lingüísticos: los chonos


que habitaban las islas situadas entre el archipiélago de Chiloé y la península de Taitao,



los kawéskar,



entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes y




los yámanas, o yaganes




habitantes de las islas al sur de la Tierra del Fuego. Con una organización social extremadamente sencilla, sobrevivieron por cientos -quizás miles- de años en un medio ambiente de extrema rudeza. Sin embargo, el contacto con el mundo occidental alteró radicalmente su estilo de vida llevándolos a su extinción como etnias.
En la región del Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego el paisaje cambia abruptamente para dar paso a extensas llanuras de coirón y gramíneas, hábitat de camélidos como el guanaco, pequeños roedores y ñandúes. En este mundo de inmensas planicies habitaban pueblos de gran estatura y contextura robusta, organizados en bandas de cazadores-recolectores sobre la base de grupos de parentesco sanguíneo.
Entre el río Santa Cruz y el estrecho de Magallanes vivían los aónikenk, el grupo más austral de los tehuelches. Cazadores de guanacos y ñandúes, la introducción del caballo a fines del siglo XVII transformó su estilo de vida, dotándolos de gran movilidad y de nuevas técnicas de caza. La fundación del Fuerte Bulnes en 1843 a las orillas del Estrecho de Magallanes, el contacto con exploradores europeos y la expansión de la ganadería ovina en el último cuarto del siglo XIX, alteraron su modo de vida y terminaron por hacerlos desaparecer del territorio chileno.


En las planicies de la Tierra del Fuego habitaban los onas o selk'nam, pueblo de cazadores-recolectores pedestres que tuvo un trágico final al ser exterminado por los colonos que se instalaron en la isla a fines del siglo XIX, en el período de auge de las grandes estancias ovejeras.
Todos los pueblos de la zona austral, a pesar de la simplicidad de su organización social, mostraban profundas creencias religiosas y ritos de alta complejidad. En ese sentido, distaban de ser los "salvajes" que pretendían ver los europeos; y fue esa mirada la que de alguna forma contribuyó a despoblar las frías tierras australes de sus primeros habitantes

Los Alacalufes o Kaweshkar






El pueblo conocido como kaweshkar o alacalufes se ubicó al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes. Ellos se denominaban kaweshkar, que quiere decir "hombre", un gentilicio que los identificaba como miembros del grupo que navegaba en aquellos sectores.

El contacto con los occidentales del siglo XX, produjo un cambio cultural y quiebre en sus costumbres.
Aunque son un pueblo que todavía existe, es quizás el más desconocido por los chilenos.
Los kaweshkar eran nómades del mar. Permanentemente navegaban entre canales y fiordos, serpenteando las islas, que en la práctica eran inhabitables por su abundante vegetación, que dificultaba su acceso.
Construían sus embarcaciones con cortezas de árboles, que luego amarraban a una estructura de palos, convirtiéndose en su hogar en el mar, siendo lo suficientemente amplias como para trasladar a una familia nuclear conformada por el marido, una o dos esposas, un par de hijos y un perro doméstico.
La canoa era un espacio femenino. Aunque en su construcción colaboraban hombres, era la mujer quien se preocupaba de remar. Los hijos eran los encargados de mantener la fogata encendida, la cual se posaba sobre una capa de musgos y ardía en uno de los extremos de la embarcación, protegida por un toldo de cuero. El fuego les permitía calentar sus alimentos (la mayoría de ellos obtenidos del mar), abrir los moluscos, servir como fuente de calor y como señal para evitar que dos canoas chocaran.
Al amanecer, la mujer remaba hacia los roqueríos, donde dejaba a su esposo e hijos varones pescando y cazando todo el día.
Mientras tanto, ella dirigía la canoa hacia aguas bajas, donde buceaba o mariscaba con un canasto colgado del cuello, para extraer langostas y erizos. Esta tarea era exclusivamente femenina, ya que a pesar de su cercanía al mar, los hombres no sabían nadar, y si la embarcación llegaba a volcar, ellos morían ahogados. Antes del anochecer, la mujer remaba nuevamente hacia donde estaban su marido y sus hijos, para recogerlos, comer y pasar la noche en la canoa.
Para protegerse del frío, también cubrían sus cuerpos con grasa de lobo marino, lo que explica por qué prácticamente no utilizaban ropa.
Nomades






Si bien los alacalufes eran nómades, había ocasiones en que permanecían por varios días en tierra firme. Para ello, construían chozas en forma de colmena, con armazón de ramas recubierta de pasto y cueros. Esto ocurría cuando se producía la varazón de alguna ballena, lo que les proporcionaba abundante alimento, siendo además la ocasión para la reunión de familias que pasaban gran parte del año sin verse. Allí se concertaban rápidamente los matrimonios, pues los jóvenes no sabían cuándo volverían a encontrarse.
Cuando alguien enfermaba o una mujer estaba próxima al parto, levantaban una choza en una isla y permanecían en ese lugar el tiempo que fuese necesario. Si el enfermo llegaba a morir, dejaban esa vivienda armada y colocaban un trozo de cuero negro que flameaba e indicaba que allí vivían los malos espíritus.
Pintura corporal



Utilizar la pintura corporal era una costumbre muy común entre los pueblos kawéshkar, yaganes y onas. Ellos dibujaban en su rostro y cuerpo rayas y motivos geométricos de distintos colores. De este modo, cuando iban a ser padres, los hombres del pueblo kaweshkar se cubrían de color rojo y se adormaban con plumas blancas el hombro derecho y el pecho. Por el contrario, si se trataba de la muerte de un familiar, coloreaban su rostro con pintura negra. Los selk'nam empleaban estos mismos colores para denotar su estado de ánimo, y agregaban pigmentos azules, verdes y amarillos para mostrar que eran solteros, casados o viudos.

Los Picunche

Picunches jugando Chueca
En el valle longitudinal de Chile vivían diversas tribus de una misma lengua, con diferencias de dialecto, que los españoles llamaron araucanos. Su distribución correspondió desde el río Petorca hasta la Isla Grande de Chiloé. Estudios etnográficos sugieren mantener el concepto de araucanos como gentilicio común y subdividir la fracción chilena en: Picunche localizados en el norte, Mapuche en el centro, Huilliche y Cuncos en el sur.

Este pueblo se ubicó entre dos importantes ríos: el Choapa, por el norte, y el Itata, por el sur.
Los picunche o "gente del norte" fueron agricultores y, por lo tanto, sedentarios.

En la zona donde vivieron, el agua era abundante y el clima cálido.

De esta actividad, obtenían papas, calabaza, maíz, porotos y ají de la tierra.
También criaron animales, especialmente llamas y guanacos. De ellos sacaron carne y lana para fabricar sus vestimentas.


Los Picunche se instalaban en grupos de aproximadamente 300 personas, en pequeñas aldeas. Hacían sus casas de barro y techo de totora. En cada una vivían unas 30 personas, entre el padre, las esposas, los hijos, y otros familiares directos.
Su costumbre establecía que los hombres mandaban o dirigían; la máxima autoridad era el padre y luego venía el hijo mayor.
Sólo en caso de emergencia, en especial si ocurría una guerra, había un jefe que lideraba a los demás: el cacique. Sin embargo, los Picunche conformaron un pueblo pacífico.
Sus costumbres y creencias
Creían en la vida después de la muerte. Sus tumbas eran muy sencillas y se distinguían claramente porque, sobre ellas, había un montoncito de tierra con piedras.
Los Picunche fabricaron su propia cerámica (vasijas, jarros y fuentes), y también sus herramientas para trabajar la tierra, además de otros instrumentos de uso diario, como pipas y piedras para moler el maíz.
Uno de los misterios de los Picunche es el de las piedras tacitas - redondeadas por los bordes y con una hundidura al medio-, y otras piedras redondeadas que presentaban una perforación al centro; hasta el día de hoy no se sabe para qué las utilizaban.
La población Picunche hacia 1535 se ha estimado en 220 000 habitantes.

Pehuenche

Grupo de aborigenes Pehuenche, circa 1859



El nombre Pehuenche significa "Hombre del Pehuén", proveniente del Piñón, fruto de la Araucaria.
Los Pehuenche habitaban la zona centro sur, específicamente en la región cordillerana de la VII y IX regiones. Pero sus perfil nómade los llevó incluso a habitar la XII Región. Es sabido que los Pehuenche en sus sucesivos andares atravesaban Los Andes a lo ancho, conociendo su existencia incluso en Buenos Aires, durante la época de la Colonia, donde se los llamaba “Indios Pampa”. Sin embargo, la organización de la nación obligó a las autoridades a tener un mayor control fronterizo, impidiendo de éste modo la libre circulación del pueblo Pehuenche.
Los Pehuenche son especialmente recolectores de piñones más que agricultores. Con aquellos frutos fabricaban una especie de harina que se podía almacenar por varios meses. Además recolectaban otros frutos y con algunos de ellos elaboraban una bebida parecida a la chicha. Todos los víveres eran almacenados en silos construidos debajo de la tierra, siendo utilizados durante las épocas de escasez.
Los hombres Pehuenche se caracterizaban por su habilidad como cazadores, siendo su principal arma las boleadoras que las confeccionaban de tripas y cuero de animal las que rellenaban con piedras. Su gran destreza para lanzarlas les permitía atrapar guanacos, venados y avestruces.
Los hombres del Pehuén tenían como principal fuente de ingresos la "venta" de animales y pieles que intercambiaban por alimentos y otros productos. El mecanismo era el trueque.
Cuando llegaron a domesticar el caballo, los Pehuenche abarcaron mayores trechos.
Estos hombre y mujeres eran altos, delgados, ágiles y de tes oscura, se relacionaron mucho con sus vecinos aprendiendo de los indios argentinos, Huarpes, las técnicas de la cestería.
Sus vestimentas podían ser hechas del cuero de los animales, adornándolos con plumas de ñandú u otras aves.
Durante el verano, los Pehuenche, agradecen la fertilidad de las tierras con las cuales pueden criar animales y recolectar los frutos de la estación.
Creencias religiosas
Como todas las comunidades indígenas, los Pehuenche creen en la herencia de la tierra, ya que según ellos, las tierras fueron entregadas como un préstamo, por lo que deben cuidarlas y protegerlas.
La tierra es un tesoro que no pueden perder, ni vender. En esas zonas han nacido generaciones tras generaciones.
En la actualidad
Actualmente éste pueblo originario de Chile se encuentra ubicado entre la VIII y IX Región, siempre en la cordillera. Dependiendo de la estación del año se sitúan más arriba o más abajo en los cerros. En el invierno, por ejemplo, evitan las frías temperaturas bajando a los valles. Su fuente de sobrevivencia son las recolecciones estivales y los productos obtenidos de la crianza de animales.

Machaq Mara Aymara


Ceremonia conocida históricamente como el Marat? aqa o separación del año. Esta fiesta es un momento para corresponder con ofrendas a la generosidad de la Pachamama. Se hace un pago que es el reestablecimiento de la armonía.


El solsticio de invierno, momento en el que el Sol está más alejado de la Tierra, marcará para el pueblo Aymara el comienzo de un nuevo año, el año 5.510.
Cerca de un millar de aymaras inaugurarán el Año Nuevo en medio de ritos y ofrendas al Inti (Sol) y la Pachamama (Tierra), en el templo de Kalasasaya y la Puerta de Sol, las ruinas arqueológicas más importantes de Tiwanaku, en el altiplano próximo a La Paz.
La tradición señala que los primeros rayos del Sol, cerca de las 06.00 hora local (10.00 GMT), fecundan la tierra en el inicio de un nuevo año agrícola para los aymaras que repiten simultáneamente el rito de Tiwanaku en las ruinas arqueológicas de Cochabamba y en el fuerte de Samaipata, en Santa Cruz, en el este de Bolivia. Tiwanaku, supuestamente la ciudad más antigua de Sudamérica, y el fuerte de Samaipata, un bloque megalítico, posterior a la cultura tiwanakota, tienen el rango de Patrimonio Cultural de la Humanidad para la UNESCO. Según algunos antropólogos bolivianos, el sentido del rito es asegurar la reproducción de la vida con las bendiciones del Sol para la siembra y la cosecha y, aunque se realiza desde la década de los años 80 en la ciudad de Tiwanaku, rememora antiguas prácticas de las comunidades aymaras.
Los indígenas invocan también la fertilidad de la tierra con el sacrificio de llamas, cuya sangre es una ofrenda al Sol y la Tierra y otras deidades andinas para asegurar la prosperidad agrícola y pecuaria, según el líder campesino, Alejo Véliz. En su opinión, más que un año aymara para los habitantes de Los Andes, ésta es una fiesta de las naciones originarias, porque el homenaje al Sol también la realizan los quechuas, el otro grupo indígena mayoritario que habita Bolivia.
Fuente: Programa Orñigenes.
Indumentaria
Los hombres se visten con una camisa blanca y pantalón negro sombrero negro, pendido por una faja a la cintura, cargando con el aguayo. Las mujeres tambien usan una camisa blanca bajo una chaqueta bordada y un manto sobre la espalda, en una mano llevan temple de plata para las bebidas, en la otra colorido wichi adornado con serpentinas, rematando un membrillo para golpear a al pareja.

Inti Raymi Quechua

Es la ceremonia del Año Nuevo Quechua y representa el regreso del Sol. Antiguamente el Inca esperaba junto a su pueblo que el Sol, la vida o Inti volviera para acompañarlos en su trayecto por este mundo, generando los productos necesarios para ella. La agricultura depende de él también. Como en otros pueblos, esta celebración se realiza en el solsticio de invierno y anuncia un nuevo ciclo de vida.

Los Incas prenden fuego al nuevo Sol, donde asan carne y engalanados con sus mejores trajes, bailan en comparsas al ritmo de la música de las bandas.
Pueblos que basan su economía en la agricultura como son los pueblos andinos, dependen de alguna manera de los ciclos de la naturaleza, esto los lleva a tener una profunda relación con su entorno y una constante observación de los astros, conocimiento al que le daban una utilidad práctica.
En tal sentido, el cielo fue objeto de permanente observación, por lo que crearon grandes templos que resultaron ser los mejores observatorios astronómicos, donde los sacerdotes del templo Solar procedían a observar y calcular el tiempo a base de los movimientos del astro central.
Para los pueblos andinos los eclipses de Sol y de Luna tienen una consideración especial. También toman importancia las constelaciones, donde se reconoce la cruz del sur o la cruz de chacana, como parte de los movimientos que ejercen influencias en los seres humanos.
El Sol es venerado como una de las mayores divinidades, porque se considera que con su luz y poder sostiene todas las cosas de la tierra. Los Incas construyeron en Machupicchu el Intiwatana, piedra donde se adoraba e imploraba al Sol, que de acuerdo a las tradiciones también servía para calcular las horas del día y los meses del año.
Para el solsticio de invierno, el 21 de Junio, el Inca era el principal responsable de la fiesta al Sol o el Inti Raymi.
Cientos de habitantes de las diferentes comunidades del territorio llegaban con sus ofrendas a la plaza central. El inca sobre un altar cargado por hombres rigurosamente vestidos con trajes tradicionales, ingresaba al templo mayor junto con las autoridades de mayor rango para esperar la salida del Sol, cuando este se hacía visible todos se ponían en cuclillas con los brazos abiertos y manos levantadas adorando con gran afecto a su padre natural.
El inca con un jarro de oro, iniciaba la ceremonia realizando un brindis de agradecimiento al Sol, que después del primer sorbo invitaba y compartía con las autoridades más cercanas. Terminando estas ofrendas, se dirigían con el cortejo a la plaza mayor, donde elegían una llama negra para realizar el sacrificio, dándole paso para que las diferentes representaciones inicien sus sacrificios y ofrendas.
Así se inicia la fiesta, prenden fuego al nuevo Sol, donde asan carne y los hombres y mujeres engalanados con sus mejores trajes, bailan en comparsas al ritmo de la música de las bandas con instrumentos tradicionales.
¿Sigue vigente esta tradición?
La tradición dentro de los pueblos andinos sigue vigente. Se alistan los altares sagrados de las diferentes comunidades y se preparan comidas para celebrar esta fiesta. Los yatiris o los ancianos de mayor rango, tienen la responsabilidad de preparar la ceremonia al alba del 21 de Junio. Junto con la salida del Sol, se realizan las primeras rogativas, se prenden inciensos, se sacrifican animales en un rito de agradecimiento al Sol. Algunos habitantes queman sus ropas antiguas y se visten con nuevas prendas, otros se bañan en los ríos, teniendo como idea general que se inicia un nuevo ciclo, donde todo vuelve a renacer.
En Chile, algunos hablan de Machaq Mara, pero esto es sólo una traducción de Año Nuevo del calendario gregoriano, no existe en la cultura aymara, para ellos es Inti Raymi.

Likan Antai Atacameño


En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan demasiado, se realizan ofrendas especiales para llamar a la lluvia con agua de mar o de manantiales grandes que no se secan nunca.

El 23 o 24 de junio se celebra el Año Nuevo.
En la noche se va al corral de las ovejas y se preparan las flores, hojas y lanas. Se enciende fuego para el frío y algunos pronuncian las palabras kunza: "Aijate, aijate al jumor", que significa: allégate al fuego.
Hacia el amanecer se va al estero y se hace el pago al agua, con vino o aguardiente y harina cocida. Se pronuncian palabras rituales en kunza y se le ofrece aguardiente o vino al agua.
Al día siguiente se carnea un cordero para los participantes, se echa su sangre a la tierra y se florean las ovejas. Es la fiesta del enfloramiento. Luego se come y bebe todo el día.
Se celebra en Toconao, Talabre, Socaire y otros ayllu de la zona.
La vestimenta típica consiste en un sombrero de ala corta con adornos, chaquetilla, camisa generalmente blanca -aunque también de colores-, pantalón de tela negro y zapatos sencillos o sandalias.
Casi siempre se anda acompañado de un bolso para guardar las hojas de coca con la que contrarresta los efectos de la altura. La mujer lleva un vestido largo con blusa blanca, zapatos livianos o sandalias, y una gran manta de vivo colores que cumple la doble función de abrigar o trasladar mercadería, objetos o a sus hijos pequeños.Fuente: Programa Orígenes

Quechua


Actualmente existen comunidades en Mamiña, I Región y Ollagüe, II Región, las que se encuentran organizadas y trabajando por el reconocimiento de esta cultura y la difusión de sus principios y costumbres.
El quechua es una de las más importantes lenguas de América y su verdadero nombre es Runasimi, que significa lengua de seres humanos.

Este pueblo desciende del antiguo Imperio Inca y llegaron a Chile entre 1443 y 1470, durante el reinado de Tupac Yupanqui. Se sabe que tropas incas y grupos de mitimaes ocuparon el país hasta el Río Maipo y que tal vez lo explotaron hasta los ríos Itata y Bío Bío.
La lengua quechua se difundió desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina y el centro de Chile. Sin embargo, en el país no logró imponerse como lengua, a pesar de haber estado sometido al dominio inca.
Actualmente existen comunidades en Mamiña, I Región y Ollagüe, II Región, las que se encuentran organizadas y trabajando por el reconocimiento de esta cultura y la difusión de sus principios y costumbres.
En la actual Comuna de Ollagüe, Provincia de El Loa, II Región, se encuentra una comunidad que se reconoce a sí misma como hablante de la Lengua Quechua. La mayoría de sus integrantes son probablemente descendientes de las comunidades de Lípez, actual territorio fronterizo con Bolivia.
Hacia los años 8.000 a.C., se establecen las primeras poblaciones en la cuenca San Martín, son pequeñas bandas de cazadores recolectores que aprovechan los recursos proporcionados por los sistemas de salares y quebradas. Fueron estos espacios los que articularon la movilidad de estos grupos en la obtención de variados recursos alcanzando sectores como la cuenca del Loa, el altiplano de Lípez y las inmediaciones del salar de Uyuni, ocupando y utilizando este espacio como un sector que conectaba diferentes pisos ecológicos. Luego de un proceso de domesticación de plantas y animales en la zona de Ollagüe, esta zona fue ocupada por grupos de pastores vinculados culturalmente a los habitantes del altiplano boliviano de Lípez, consolidando un sistema de vida agro pastoril.
Es muy probable que estas poblaciones conocieran la lengua Quechua, posteriormente de la llegada del Inca, ya que Ollagüe se visualiza como un espacio de comunicación entre los Atacameños y las poblaciones altiplánicas, permitiendo la articulación de caravanas de llamas que transportaban productos desde y hacia estas zonas, conectando las poblaciones costeras, valles, oasis y altiplánicas, que ocupaban la actual región de Antofagasta en Chile y el Departamento de Potosí en Bolivia.
Periodo de la colonización
En el Período Colonial se produjo profundos cambios en la población indígena, en él se constituyeron las reducciones de indígenas, debido a una norma promulgada a fines del siglo XVI por el virrey Toledo, que consistía en agrupar a los integrantes de los pueblos originarios en nuevos centros urbanos, integrados por comunidades que vivían alejadas unas de otras y, muchas veces, pertenecientes a unidades sociales o políticas diferentes. A fines de 1602 este proceso de reducción afectó a las localidades vecinas y próximas a Ollagüe, como las de Amincha y Alota.
Con la Incorporación de la zona al Estado Chileno en 1879, después de la Guerra del Pacífico, se transita de un sistema de dominación neocolonial sostenido por el Estado boliviano, marcado por el impuesto a la tierra de los indígenas, a una economía capitalista de enclave, centrada en la minería y en la explotación de ultramar. Las poblaciones pastoriles de Ollagüe comienzan a vincularse al desarrollo de la minería bajo diferentes modalidades, vendiendo sus productos pecuarios a los centros mineros o con la venta de combustible vegetal (llareta) a los centros mineros de azufre, a mediados del siglo XX. En esta etapa el Estado Chileno desconoce la especificidad de los Pueblos Indígenas del norte, rotulándolos bajo la categoría de campesinos.
La actividad productiva de Ollagüe se relaciona con su reconocimiento como distrito minero marginal con yacimientos de baja actividad y escaso nivel tecnológico. Las explotaciones más antiguas e importantes de la zona, fueron Aucanquilcha y el volcán de Santa Rosa u Ollagüe.
La paralización de sus faenas en el año 1992 desencadenó una crisis en la población que actualmente vive en la comuna de Ollagüe. Entre 1930 y 1955, esta actividad involucró a un contingente de poblaciones Atacameñas del sector del Río Salado y Quechua de Bolivia; la principal demanda provenía de Chuquicamata y de las empresas mineras de la zona que ocupaban grandes cantidades de llareta (combustible vegetal). Hacia 1970, la comuna de Ollagüe contaba con 911 habitantes, decreciendo notablemente en lo sucesivo y acentuándose dramáticamente a fines del año 1992, producto del cierre definitivo de la última mina de azufre en explotación, los saldos migratorios arrojaban para 1993, una tasa de crecimiento de la población de un 47%.
El poblado de Ollagüe, se constituyó en un territorio y control estatal, era una de las estaciones más importante del tramo comprendido entre Calama y la frontera. Por su carácter de estación terminal fronteriza, dispuso de servicios básicos para la administración: bodegas, almacenes, casas del personal e instalaciones anexas. Además se ubicó una oficina de Aduana, Policía Internacional, Servicio Agrícola y Ganadero, y Tenencia de Carabineros.
A partir de 1973, bajo el Gobierno Militar, se impulsó el proceso de chilenización con la implantación de las Escuelas de Concentración Rural Fronterizas, que intensificó los valores, historia y símbolos patrios en desmedro y abandono sistemático de la lengua del Pueblo Quechua, negación de la identidad local y una notoria marginación socioeconómica y cultural.
Situacion actual
Una de las principales políticas y cuerpos legales que han afectado a los Quechua, corresponden al Código de Aguas que ha permitido a las empresas mineras aprovechar el escaso recurso presente en el territorio de Ollagüe y de vital importancia para el mantenimiento y desarrollo de las actividades agropastoriles practicadas por las familias Quechua, desconociendo los derechos histórico de las comunidades a la propiedad y uso ancestral de los acuíferos.
La Comunidad Quechua plantea la necesidad de realizar una investigación etnográfica sobre el lugar actual de ubicación de la población Quechua hablante y la fuerte migración desplazada hacia la ciudad de Calama. A raíz de la promulgación de la Ley Indígena 19.253, surge la Comunidad Quechua de Ollagüe, comenzando una progresiva revitalización sociocultural, emergiendo una serie de asociaciones indígenas Quechua, con la necesidad de defender sus derechos ancestrales y como contraparte legal en las presiones que reciben de los enclaves mineros de la empresa CODELCO – Chuquicamata.
El territorio de la Comunidad de Ollagüe no se restringe a la localidad, sino que se extiende a los sectores de ríos: Loa, quebradas, vegas, aguadas, bebederos, llaretales y cerros de la región, allí se practican las actividades de cultivo, pastoreo en las praderas y bofedales, pesca, aprovechamiento de canteras, explotación de minerales y recolección de plantas medicinales, entre otras actividades económicas, en esta vasta área, también se localizan sitios arqueológicos, lugares en los cuales las prácticas rituales y ceremoniales son efectuadas por la Comunidad Quechua hablante de Ollagüe.
Los Quechua hablantes de Ollagüe se ven amenazados actualmente por las presiones de una sociedad que avanza vertiginosamente, asimilando e imponiendo modos de vida que son ajenos a las realidades de las comunidades.
La lengua Quechua
Es una de las más importantes lenguas de América y su verdadero nombre es Runasimi, que significa lengua de seres humanos.
Existen varias docenas de lenguas en la región andina, siendo el mas predominante el Quechua/Kichwa (para simplificar usaremos el nombre Quechua) hablado en los países de Ecuador, Perú, Bolivia norte de Argentina y Chile. En la actualidad hay 13 millones de quechua hablantes en todo el área andina.
El Quechua es la lengua oficial en Ecuador, Perú y Bolivia junto al español. Pero, debido a la indiferencia mostrada por los gobiernos y elites del poder en estos países, la lengua quechua a pasado a ser lengua oficial "solamente en papel". No se han implementado ni se ve en el horizonte mecanismos que le den al quechua el estatus oficial que por ley merece.
La discriminación en contra de las personas que hablan quechua u otras lenguas, se mantiene aun como en tiempos coloniales. Los servicios de educación, salud y justicia siguen aun mostrando su indiferencia institucionalizada hacia las personas que tienen como lengua materna las lenguas originarias.
El quechua se difundió desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina y el centro de Chile. Sin embargo, dentro del país no logró imponerse como lengua, a pesar de haber estado sometido al dominio inca. Además de los topónimos más abundantes en el norte, dejó su huella en algunas palabras del mapudungun (mapuche) como los numerales cien y mil: pataka y guaranka.
Fuente: Conadi y Programa Orígenes
Arte
En lo concerniente al arte andino de origen indígena hay que señalar que este "arte", por decirlo así, es parte casi consustancial a muchos ritos, los cuales no están exentos de una visión de armonía y belleza del mundo, tan amenazadas como restauradas.
Hay, en el ritual y en el arte andinos, una idea básica de transformación mediante el ejercicio cuidadoso de la palabra y de la representación; cualquier cosa, por ejemplo un tejido o una manta extendida en el suelo puede ser convertida en altar o espacio ceremonial.
En quechua existe el verbo "samayta", 'respirar, dar aliento a', y también, el verbo "kamuy", 'respirarse'; así la labor del ritualista es "dar su aliento a" las cosas que maneja, de modo que estas cosas cobren vida, vitalidad, encarnen. Igualmente existe otra palabra, que complementa a las anteriores, y es "sumaq", la insinuación sutil de la cosa representada y el cuidado máximo puesto en su ejercicio y tratamiento (lo que, en ciertos aspectos, nos recuerdan las ideas toltecas en el México antiguo acerca de la creación poética de los Cantos).



Wednesday, January 30, 2008

Los Colla o Kolla



Poblaron la zona de la Cordillera de Atacama. Las primeras familias Colla comienzan a migrar a estos territorios desde el noroeste argentino y desde el sur de la puna atacameña, sus principales actividades económicas se sustentan en la ganadería y cultivos en pequeña escala.Los Colla llegaron en la segunda mitad del siglo XIX y poblaron la zona de la Cordillera de Atacama. Las primeras familias Colla comienzan a migrar a estos territorios desde el noroeste argentino y desde el sur de la puna atacameña, sus principales actividades económicas se sustentan en la ganadería y cultivos en pequeña escala.
La familia Colla es la contenedora de todas las actividades productivas, sociales, políticas y rituales. La denominación Colla fue utilizada para identificar a los indígenas que habitaban las quebradas y el extremo meridional de la puna del norte chileno, del noroeste argentino y del sur de Bolivia, a los habitantes de las zonas de pastoreo, dedicados a las actividades ganaderas y la trashumancia en extensos recorridos.
Los sitios rituales y sagrados Colla son frecuentados por las comunidades en su circuito trashumante, algunos de ellos ocupados desde larga data. El Pueblo Colla se compone de nueve comunidades que habitan en la cordillera, ubicados en las comunas de Copiapó, Tierra Amarilla y Diego de Almagro.
Una segunda área de poblamiento Colla son las Quebradas Paipote, San Andrés y San Miguel como terrenos de invernada complementadas por los campos de pastoreo de El Patón y Llano del Leoncito en la cuenca alta del río Figueroa, más la quebrada y el Salar de Maricunga que actúan de veranadas. En la primera área de poblamiento, los Colla comienzan a ocupar extensos territorios de pastoreo en el sector Puneño y quebradas, teniendo su principal asentamiento el sector Agua Dulce, lugar cercano a la quebrada Pastos Cerrados o Quebrada Jardín. Las familias Colla provenientes del noroeste argentino que recorren estos parajes son los Ramos, Villanueva, Quispe, Jerónimo, Marcial y Julio. Durante la década de los ?40, el poblamiento indígena de las quebradas y la puna en Potrerillos comenzó a ser afectado por la acción de la fundición minera de Potrerillos que contaminará los pastos provocando el éxodo de las familias Colla.
A la llegada de los Colla, las tierras de la Hacienda Potreros, se encontraba abandonada, sin actividad agrícola y ganadera, sólo albergaban en su seno algunas minas, las tierras de la gran hacienda estaban ocupadas por los Colla y por algunas familias de pastores que provenían del pueblo de indios de San Fernando, ubicado entre la ciudad de Copiapó y la junta de la quebrada de Paipote, lugar donde en la actualidad se encuentra el poblado Estación Paipote. De allí, que las quebradas y la puna de la cordillera constituyeron espacios de encuentros entre Colla del noroeste argentino, algunos pastores de los pueblos de indios, pirquineros eventuales y arrieros.
Potreros, permitió por varias décadas la ocupación tranquila e interrumpida de los Colla, cuestión que cambiará una vez iniciado el siglo XX, al ser arrendados los terrenos por la familia Cousiño que le disputará el dominio y ocupación de la hacienda. Ambos factores, la disputa territorial y la contaminación de los suelos, provocaron la emigración de algunas familias a la Argentina, otras familias se enrolarán en el trabajo minero, para luego volver a las actividades ganaderas y mantenerse en los territorios que habitan desde décadas.
En Potrerillos, desde 1894 operaba la Compañía Minera de Potrerillos con pequeñas explotaciones mineras con métodos manuales y antiguos, la instalación de la mina de Potrerillos provocó la huída de las familias Colla, desplazándolos en 1922 hacia territorios ubicados al norte y sur de la quebrada Jardín
Desde 1950 a 1973, las familias Colla de Potrerillos se abocaron al trabajo ganadero, agrícola, combinando el pastoreo con el trabajo minero, mientras otras familias se quedaron en el circuito trashumante entre las aguadas de invernada cercanas a Potrerillos, El Salvador y los campos de veranada de Pedernales y Cerro Blanco, ocupando también las tierras de la quebrada de Agua Dulce y de la Quebrada El Asiento.
El conflicto por la ocupación de las tierras se mantuvo hasta 1957, cuando se logra un acuerdo en la vega La Guardia, quedando para las familias Colla los terrenos fiscales de la parte superior del río Jorquera y sus afluentes, no obstante, estas familias siguieron ocupando materialmente los terrenos, debido a que estos eran parte de las invernadas bajas con buenos suelos para cultivos y campos de pastoreo.
Situacion actual
Estas restricciones afectaron a todas las familias Colla de la cordillera, desde Potrerillos hasta río Jorquera, debiendo abocarse casi exclusivamente al trabajo de la ganadería, obligando a muchos descendientes a migrar para desarrollar trabajos relacionados con la fruticultura en el valle de Copiapó, como empleados u obreros en ciudades y en faenas mineras, manteniendo siempre los vínculos con la cordillera. Todo lo anterior, significó un despoblamiento relativo de los espacios ocupados ancestralmente, debido a que muchas familias migraron obligadamente a centros mineros, ciudades y pueblos cercanos, en busca de trabajo y educación para sus hijos, manteniéndose la actividad ganadera por familias que siguieron pastoreando sobre amplios territorios de las quebradas y la puna.
La Ley Indígena permitió la organización en comunidades, iniciándose un proceso de organización Colla que agrupó a las familias que se encontraban en la zona cordillerana de Potrerillos, Quebrada Paipote y Río Jorquera, teniendo como base las relaciones de parentesco, linajes e incorporación de familias sin tener lazos de consanguinidad. Estos comprenden los campos de pastoreo, vegas, aguadas, lugares de asentamiento, de recolección y caza, lugares con recursos mineros, espacios sagrados y rituales que son comprendidos dentro de un perímetro de cumbres y filos de cerros. La demanda de tierras representa sólo el 2,93% del total territorial demarcado en 1996.
Las comunidades Colla, enfrentan actualmente disputas por los derechos de aguas con empresas mineras. Considerando las dificultades para el asentamiento permanente, muchas familias siguen poblando las quebradas y recorriendo durante el verano la puna en la actividad ganadera trashumante, demandando el reconocimiento de las tierras para iniciar el re-poblamiento y el desarrollo seguro de sus actividades económicas.




Celebración del Año Nuevo Colla
Los collas celebran el Año Nuevo el 24 de junio. Realizan asados, se queman hierbas, las cuales son lanzadas hacia el este donde sale el sol, se realizan juegos, etc.


Se celebra esta ceremonia en la actualidad en el centro ceremonial El Bolo, ubicado a una hora de Copiapó hacia Inca de Oro.
Comienza después de las siete de la tarde. Luego se enciende una fogata y se preparan comidas tales como locro y asado de cabrito.
Se inician los bailes, de preferencia las vidalitas con todas sus figuras y variaciones.
Al iniciar la rogativa, el o la yatiri, extiende sobre la tierra su manta y sobre ella, hierbas del monte, tales como: yerba mate y coca. También pequeños recipientes con aguardiente, de una manera muy similar a la rogativa aymara.
Se le pide al Tata Inti por el bien de la comunidad, por las cosechas, los animalitos, la salud de las personas. Se continúa hasta el amanecer.
Indumentaria
El vestido masculino era una especie de túnica corta, hasta las rodillas, y sin mangas, llamada ucu; tenía unas franjas que la decoraban en el pecho y en la cintura. Como prenda íntima, llevaban una especie de taparrabo.
Las mujeres usaban una vestimenta que envolvía su cuerpo desde las axilas hasta el tobillo, con una tela rectangular que sujetaban encima de los hombros y la que se ceñían a la cintura mediante una faja adornada, llamada chumbi. De calzado usaban las ojotas.
Actualmente, producto del proceso de inserción en la sociedad chilena, como así en el trabajo de las minas, los hombres han adoptado la vestimenta occidental. Así mismo las mujeres visten de acuerdo a la vestimenta chilena.

Los Diaguitas

Este pueblo agricultor habitaba entre los ríos Copiapó y Choapa.
En la región de los valles transversales, entre los ríos Copiapó y Choapa, habitaban los diaguitas, pueblo agricultor con una organización conocida como sociedad dual (atribuida a la influencia incaica), que se dividía en dos mitades: la de arriba, hacia la cordillera y la de abajo hacia el mar.



Hacia el 2.500 a.C., éstos desarrollaron una agricultura basada en los cultivos de porotos, calabazas y maíz. Entre el 300 a.C y el 700 de nuestra era, floreció un complejo cultural que ha sido denominado El Molle por los arqueólogos.
Éste se caracterizó por el desarrollo de una alfarería de motivos geométricos, una economía agroganadera sustentada en el uso de sistemas de regadío y un patrón de asentamiento semiestable en los valles y en la costa.


Entre el 800 y el 1.000 de nuestra era surgió un nuevo complejo cultural de transición denominado Las Ánimas, el que luego evolucionó hasta convertirse en la cultura Diaguita, denominada así por la aparente coincidencia de motivos alfareros con la cultura homónima de los valles del noroeste argentino.
De su agricultura, más específicamente de sus cultivos, se sabe que estos se realizaban en el fondo de los valles, siendo irrigados por canales artificiales. De este modo, obtenían cosechas de maíz, papa y algodón, este último utilizado para la fabricación de ropa. La ganadería practicada era de tipo trashumante, lo que significa que en verano los animales eran llevados a pastar a la cordillera y en invierno a la costa, donde además se proveían de peces, mariscos y animales marinos.


Las construcciones que utilizaban para vivir eran chozas agrupadas en aldeas pequeñas, hechas de ramas cubiertas de barro y techo de paja, a las que se sumaban unas bodegas subterráneas empleadas para almacenar maíz y otros alimentos.
Se desconoce cuáles eran sus prácticas religiosas, pero se piensa que creían en la existencia de una vida extraterrenal, por el cuidado que ponían al momento de enterrar a sus muertos, depositando cántaros con alimentos y otras ofrendas. Con el tiempo, fueron mejorando la calidad de las sepulturas, hasta confeccionar verdaderos ataúdes de piedra.
Los diaguitas fueron expertos artesanos, tanto metalúrgicos como alfareros, e incorporaron a los adornos de oro y plata, piedras semipreciosas como el lapislázuli. Su cerámica destaca por sus vasijas decoradas con diseños geométricos en rojo, blanco, amarillo y negro, especialmente aquellas conocidas como jarro-pato y una forma de jarrón adoptada de los incas llamada aríbalo.

En el último tercio del siglo XV los incas impusieron su dominio sobre los pueblos diaguitas, designando kurakas ?funcionarios imperiales- y estableciendo colonos traídos desde diversos lugares del imperio.
La conquista española significó un golpe de muerte para los diaguitas, que fueron compelidos a la servidumbre a través del sistema de encomiendas y reducidos a pueblos de indios, los que a mediados del siglo XVIII habían virtualmente desaparecido merced a la expansión de las grandes haciendas en los valles.
Cultura el Molle
El arqueólogo Francisco Cornelly descubrió esta fascinante cultura en el poblado El Molle, ubicado en las adyacencias del río Elqui, el cual data entre 300 a.C y el 700 de nuestra era.
Expertos sostienen que los habitantes de esta cultura llegaron desde el otro lado de la Cordillera de los Andes y en los Valles del Norte Chico (cerca del río Elqui) y se mezclaron con las poblaciones arcaicas, por lo que se fundieron características físicas y culturales del Antiguo Perú y el Noroeste Argentino.
También se afirma que los mollenses consolidaron el primer grupo cultural-alfarero. Entre los objetos que utilizaron se encuentran diversos tipos de cerámicas negras y rojas, el tembetá (un adorno fabricado de piedra que se introducía en una perforación practicada para este fin debajo del labio inferior), anillos, brazaletes, pinzas, pendientes, conchas y huesos. Igualmente, domesticaban animales.
El cobre fue trabajado por procedimientos de fundición y martillaje, fabricándose pinzas para depilar, brazaletes, anillos y pendientes. Posteriormente se incorporó el trabajo del oro y plata y las técnicas de laminado, trefilado, repujado y aleación.
Se cree que dicha cultura desapareció alrededor del año 700 d.C.






Este pueblo pescador vivió desde la desembocadura del río Loa y hasta Coquimbo.
Los Changos se caracterizaron por la fabricacion de balsas de cuero de lobo marino
Desde la desembocadura del río Loa y hasta Coquimbo, se situó un grupo de pescadores conocido como changos.
Este pueblo se caracterizó por la fabricación de balsas de cuero de lobo que utilizaban para uso propio y para intercambiarla por otros productos. Esta embarcación se construía de cuero de lobo marino, cuya piel era ablandada en agua dulce; luego se cosía y se recubría con aceite del mismo animal, dejando una pequeña abertura para introducir una caña que permitía inflarla. Sobre los flotadores se incorporaba una plataforma de madera que podía transportar de uno a cuatro navegantes. El desplazamiento se lograba mediante el uso de un remo de doble pala. Para pescar los changos usaban un arpón de hueso a cuyo extremo amarraban un cordel de cuero. Además, hicieron uso de redes que ellos mismos tejían con fibras vegetales o intestinos de animales marinos.
Respecto de su organización, se puede decir que los changos se agrupaban en familias pequeñas con asentamientos dispersos, que reconocían como su territorio un sector de la costa que contara con agua dulce para beber.
Su vivienda la construían con estacas de madera o costillas de ballena cubiertas con cuero de lobo y algas marinas. En el interior, las familias se acostaban sobre algas secas o cueros de camélidos.
Sus creencias religiosas fueron bastante escasas, pero se contaba entre ellas el culto a los muertos, pues los enterraban acompañados de herramientas y otros objetos.

El pueblo Aymara

Nina Aymara
En Chile se estima que al año 1540 habrían habitado unos 5.500 aymaras distribuidos entre el río Lluta y el río Loa. Hoy en día, existen comunidades aymaras en Bolivia, sur de Perú, norte de Argentina y Chile.
En nuestro país se ha estimado una población actual de 48.000 habitantes. Se localizan de preferencia en la Región de Tarapacá en las provincias de Parinacota, Arica e Iquique. Su prolongada residencia en el sector altiplánico y en valles y quebradas de la precordillera, escenario donde tenían numerosos pueblos, comienza a cambiar a partir de la década de los años 1960. Aproximadamente un 65% de la población total ha emigrado a las ciudades de Iquique y especialmente Arica.
La historia de la sociedad aymara se desenvuelve en el mundo agroganadero. Practicaban la ganadería de camélidos al mismo tiempo que desarrollaron una agricultura diversificada, en estratos según las condiciones locales. En los valles bajos obtenían la yuca, ají, maní, frijoles, calabazas, etc., y en el altiplano la papa, quinoa, coca. Entre ambas zonas se producía una comunicación e intercambio a través de caravanas de llamas, lo que generó el poblamiento de los valles provistos de agua hasta el litoral. El cultivo de maíz lo desarrollaron en los valles transversales que tienen lugar desde el límite norte de Chile, la pampa del Tamarugal, hasta el río Loa en su desembocadura.
El hábitat lo constituyó preferentemente la puna andina, sobre los 3800 a 4000 mts. de altitud. Debido a sus actividades de pastoreo ascendían hasta los 5000 mts. con el ganado en la época de verano.
Los conquistadores hispanos reorganizaron el espacio chileno nortino, donde los aymaras fueron desplazados de la costa y valles bajos, al altiplano. Forzados a ser católicos, nunca dejaron de lado su antiguos rituales, por ejemplo el culto a la Madre Tierra Pachamama, fue reemplazado por la veneración a la Virgen María; y los antiguos rituales de fertilidad, se convirtieron en las fiestas de carnaval, en que arrojan agua y semillas.
Diseminados en un rosario de pueblos ubicados a una altura promedio de 4000 m., subsisten hasta hoy en día de una precaria agricultura. Pese a que las transformaciones del aymara ha afectado su vida económica y cultural (nada más que un 40% de los aymara hablaría su propia lengua) todavía se mantienen algunos espacios que aseguran su reproducción y diversos mecanismos de cohesión étnica.
La religiosidad y festividades de santos patronos, veneración de difuntos, divinidades vinculadas a la ganadería y agricultura, son actividades que operan en virtud de la identidad cultural.
Su artesanía, especialmente de tejidos, revitaliza el quehacer económico de supervivencia del habitante aymara del altiplano.
Situacion actual
En la década de 1970, se da un crecimiento exponencial de la población andina, generándose una migración como alternativa de desarrollo y mecanismo de regulación entre tierra y población indígena. La migración Aymara se realizó en forma variable según los momentos históricos y áreas de proveniencia, durante esas dos décadas se modificó la composición de las comunidades agrícolas, se redistribuyó la población rural regional y empieza a hacerse visible un segmento de población Aymará urbana.
La vida Aymara en las ciudades no sólo se reduce a procesos de adaptación y rearticulación comunitaria, sino que una generación de Aymara nacidos en las ciudades, constituyen la mayoría de la población Aymara regional. En la actualidad, los más importantes movimientos migratorios se realizan hacia la ciudad de Arica, Iquique, Pozo al Monte, Antofagasta y Calama.
La población Aymara del norte de Chile es mayoritariamente urbana, de acuerdo al Censo de 1992, la población se estima en 48 mil personas, de esta cantidad dos tercios de su población son emigrantes y un tercio mantiene su carácter rural, campesino o minifundista.
La República de Chile los considera una minoría indígena, lo cual les ha permitido acceder a préstamos especiales, y a tener los fondos necesarios para una adecuada educación, como por ejemplo los colegios municipales de Ayquina y Putre.

Atacameños



El grupo Andino,
Este grupo se compone aproximadamente de 8.000 personas que, en su mayoría, viven en pequeñas y dispersas localidades de la precordillera y del altiplano de la I Región (Tarapacá), en el extremo norte de nuestro país.En el desierto de Atacama, desde el río Loa hasta Copiapó, se desarrolló un proceso cultural de gran importancia. A unos diez kilómetros al noreste de San Pedro de Atacama, se han encontrado vestigios de civilización humana de una antigüedad que fluctúa entre los 12 mil y los 10 mil años, existiendo allí testimonios arquelógicos, como cuchillos y puntas de proyectiles.

Peinetas hechas de madera y algodón, pertenecientes a la cultura San Pedro.


Vaso policromo de la cultura atacamena


Los atacameños eran grupos de cazadores y recolectores que caminando por el altiplano descubrieron la Puna de Atacama, estos habitantes domesticaron este territorio estableciendo alejados enclaves andinos y en algunas caletas del Pacífico. Eran esencialmente nómades y de gran movilidad social, son los genuinos pobladores del desierto que sobrevivieron gracias a su estrategia de vida en movimiento entre pequeñas aldeas y estancias de pastoreo que junto a sus labores de ganaderas, agrícolas, mineras y artesanales, instauraron una economía basada en el tráfico caravanero de bienes de intercambio con los pueblos circundante a la puna de Atacama.

El período agroalfarero de la cultura atacameña distingue tres momentos:
1.- El primero de ellos se sitúa entre los años 400 y 900 de la era cristiana, y se caracteriza por una alfarería roja pulida, por cántaros antropomorfos (con formas de hombre) y el uso de adornos y vasos de oro.
2.- El segundo, entre los años 900 y 1.200 de nuestra era, muestra el empleo de una alfarería negra pulida, la influencia de la cultura peruana Tiahuanaco o Tiwanaku, el empleo de las tabletas para aspirar alucinógenos, con figuras esculpidas de hombres, cóndores y felinos, y el uso del tambetá o adorno labial.
3.- El tercer período, comprendido entre los años 1.200 y 1.500, recibe la influencia de la civilización incaica y deja como exponente la construcción de fortalezas o pukarás de piedra rodeadas de murallas con angostas calles y apretadas habitaciones.
La decoración de su alfarería y los dibujos de los petroglifos confirman que los atacameños poseían una cultura con una elevada sensibilidad estética.
El pueblo de los atacameños utilizó importantes técnicas para el desarrollo agrícola, destacándose el regadío artificial mediante un sistema de canales que suplían la falta de lluvias, y las terrazas o andenes que permitían un óptimo aprovechamiento del agua. Cultivaron el maíz, la papa, los frijoles, la calabaza y una especie de tabaco. En la ganadería, domesticaron a la llama y la alpaca, para utilizarlas en la producción de lana y como medio de transporte. La llama, como animal de carga, les permitió hacer largos viajes, para cambiar productos como pescado, guano y hojas de coca.
Aunque se sabe muy poco respecto de su espiritualidad, se piensa que fueron creyentes en una vida futura, debido a la manera en como disponían los entierros con armas, vestidos y objetos de uso cotidiano.
Tenían un idioma propio llamado kunza, del cual hoy apenas subsisten palabras aisladas.
Alucinógenos


La inhalación de sustancias alucinógenas fue muy habitual entre los indígenas de América. En San Pedro de Atacama esta práctica era realizada principalmente por los chamanes con fines mágico-religiosos y curativos. Al parecer, la gran popularidad del complejo alucinógeno en este lugar se debió a la influencia de la cultura Tiwanaku recibida entre los años 300 al 1.000 después de Cristo.
Situacion actual

Atacamena
El patrón de integración regional Atacameño, tendrá relación con la vida rural de los pequeños productores. Alrededor de 1930, los pobladores de Atacama se ocupaban en actividades agrarias, arriería, crianza de animales, etc. Con la intensa, incorporación de elementos occidentales, la población indígena experimentó un intenso proceso de cambios culturales y sociales.
En materia de legislación, no existió una preocupación por lo indígena, fundamentalmente de sus comunidades, recursos naturales y abastecimientos de agua.
Entre las diversas demandas Atacameña, se encuentran algunas relacionadas con la constitución y saneamiento de las tierras reivindicadas por las comunidades indígenas, bajo un criterio de coherencia territorial, reconocimiento y resguardo del territorio patrimonial Atacameño, evitar el otorgamiento de las tierras a terceros, reconocimiento, respeto y protección de la cultura
Fuente: Conadi

Momia Chinchorro de Tarapaca



El estudio de los cráneos aumenta más aún la incertidumbre, pues los tipo craneanos varían desde el braquicéfalo hasta el dolicocéfalo. Los braquicéfalos son particularmente frecuentes en los cementerios indígenas del Norte de Chile.
La falta de tanta variedad de razas por el lado Este de Los Andes, entre otros factores, sugiere que el poblamiento y la variedad derivaron de una migración masiva venida desde el mar y por períodos posiblemente prolongados de tiempo. La pregunta surge por sí sola: ¿Desde dónde?. De las actuales islas del Pacífico, Isla de Pascua, Salas y Gómez, San Féliz y San Ambrosio y el archipiélago de Juan Fernandez, sólo la primera estaba habitada. Y por lo demás, aún si todas estas islas hubiesen estado pobladas, su capacidad de albergar sólo a pequeñas comunidades descarta cualquier posibilidad de atribuir el origen del poblamiento continental desde ellas. A todos estas dificultades hay que agregar la falta de embarcaciones aptas para cumplir estas distancias marítimas con el éxito suficiente como para suponer una migración masiva. La teoría más razonable para el poblamiento de Chile queda así, truncada ante el panorama actual de Océano Pacífico.
La llegada de estos inmigrantes pudo haber tenido lugar en tiempos increíblemente remotos. Se han encotrado rastros de una arcáica cultura de cráneos dolicocéfalos, los Paleoamericanos, que habitaban practicamente toda América incluido Chile ya en el siglo X antes de Cristo; pero antes, los indios fueguinos se establecieron allí al menos hace unos 10.000 años, mientras que algunos estudiosos alegan sobre asentamientos de 15.000 años o más, y quizás pudo haber tribus que llegaron hasta algunas regiones de nuestro país en épocas más antiguas.
En Monte Verde, al interior de Puerto Montt y junto al arroyo Chinchihuapi, se han encontrado los restos de la más antigua de las aldeas de América de las que se tiene noticia, con unos 13.000 años y que alojó a unas 50 personas. Es, además, la única vez que se ha visto evidencia de que alguna tribu Paleoindia asuma estilos de vida absolutamente sedentarios.
En la quebrada de Quereo, cerca de Los Vilos en la Cuarta Región, hay evidencia de que ya existían allí algunos indios prehistóricos, hace unos 10.000 años, y en San Pedro de Atacama han aparecido otros hallazgos de hace 13.000 años. La dispersión dió por resutado una gama de tipos reaciales que derivaron , llegando a mantener distintivos muy propios que marcaron fuertes distintivos culturales entre unos y otros.

Tuesday, January 29, 2008

Las ceremonias de los Onas


Los onas fueron un pueblo que habitó en la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el sur de la Patagonia. Fue lentamente sofocado y exterminado por el hombre blanco.

Pero, antes de su definitiva desaparición en la bruma del tiempo, miradas occidentales pudieron contemplar, fotografiar e intentar comprender el maravilloso rito del hain. Este fue el caso del antropólogo austríaco Martin Gusinde que participó de uno de los últimos rituales onas, en el año 1923.
El hain se alimentaba de la continuidad del pasado mítico...
En el comienzo, era la época del Hoowin, de los antepasados míticos.

Entonces, la mujer poseía el poder. Durante varios meses al año, éstas se reunían en una choza ceremonial. Allí, se realizaba el hain.
Las mujeres obligaban a los hombres a trabajar intensamente para suministrarles carne a fin de calmar la ira de Xalpen, iracundo espíritu del mundo subterráneo.
Pero Xalpen no existía y su amenaza era un engaño.
Que fue descubierto por el Sol, Kree, mientras éste se abocaba a la caza, se acercó a la choza del hain, y escuchó las risas de burla de las mujeres y su alegría por el éxito de su plan de sujeción de las voluntades masculinas.
Fue así como los hombres se rebelaron.
Destruyeron el matriarcado, y masacraron a casi todas las mujeres.
Kree, el Sol, persiguió y golpeó a Kraa, la Luna, por instigar a las mujeres al engaño. Desde entonces, el rostro opalino de la Luna exhibe manchas oscuras que recuerdan la agresión solar.
Los hombres heredaron luego el hain.
Ahora ellos repetirían la antigua ceremonia. Durante algunos meses, se recluirían en la choza ceremonial. Allí se pintarían el cuerpo, convertirían sus anatomías en la vívida encarnación de una pléyade de seres míticos.
Durante varias semanas, se sostendría una representación teatral en la que los diversos espíritus se mostrarían ante niños y mujeres para animar una historia sagrada y ancestral.
Y así fue. Uno de los principales espíritus que alumbraba el espacio escénico era el shoort. Era quien torturaba a los klóketen, a los jóvenes que se iniciaban. Habitaban en el mundo subterráneo junto a Xalpen.
Según Anne Chapman, se relacionaba con el sol dado que shoort controlaba las potencias nocturnas de la Luna que anhelaban regresar entre repiqueteos de triunfo y reestablecer el matriarcado; representaba también a Kree, el antiguo sol de la edad mítica, entendido como el gran chaman que descubrió el secreto de las mujeres.
Ninguno de los espíritus hablaba.
Sus movimientos eran solemnes, graves, dado que su exclusivo fin era generar fascinación o pánico en el público.
Durante el hain, los jóvenes eran sometidos a un rito de iniciación.
Estos novicios candidatos eran los klóketen. Todos los días, debían pintarse la totalidad del cuerpo y cubrirse sus rostros con líneas blancas. Los klóketen debían afrontar una cacería que se extendía por tres o cuatro días; se les estimulaba al coraje, la resistencia física, la precisión en el uso del arco, a protegerse de las tormentas de nieve y a perseguir a los animales mediante el desciframiento de sus rastros.
Los madres de los klóketen cantaban todos los días antes del amanecer.
Creían que su canto atraería al amanecer.
Xalpen era el espíritu central del hain. Era glotona y caníbal. Podía devorar a los klóketen y a cualquier mujer y niño que se acercara en exceso a la choza ceremonial. Xalpen debía ser satisfecha con ingentes cantidades de carne. Sólo así se podía contener su peligrosa ira. A pesar de su iracundo carácter, Xalpen engendraba a
K' terrnen, el espíritu más luminoso y enternecedor ser del hain que fue engendrado por uno de los klóketen. Xalpen no era encarnada por ningún actor.
Su única representación era una efigie.
Otro espíritu femenino destacado era Kulan, quien llegaba frecuentemente durante las noches. Poseía un marido que era burlado por su licenciosa y frenética vida amatoria. El traicionado consorte se convertía así en un Kóshmenk, un cornudo.
Tanu, era la hermana de Xalpen.
En su presencia, se concentraba la rica creatividad ona.
Sus dibujos que cubrían su cuerpo variaban en cada representación.
Siempre representaban el cielo.
Exhibía una cabeza cónica y un cuerpo rectangular.
Tanu se asociaba también con una pequeña ballena del cielo norte, y esto porque en los antiguos tiempos Hoowin, una mujer que personificaba a Tanu divin ballena. Tanu actuaba como testigo de lo que acontecía en la escena del hain.
Representaba la autoridad de Xalpen, era su mensajera.
Durante el hain, eran esenciales también las danzas rituales.
Había bailes para tener buen tiempo.
O una danza del pingüino en la que los hombres saltaban como estos simpáticos habitantes de las costas del mar. Este danzar era el Kewanex, durante el cual los onas se pintaban con dibujos que representaban elementos del cielo y la tierra, de los fenómenos naturales, animales y plantas.
Se consumaba también una imitación o pantomima de los leones marinos; se celebraba asimismo una danza fálica y se mostraba, en raras ocasiones, un pequeño ser, llamado Olum, que oficiaba como un chamán de gran poder curativo; por eso se le llamaba el "recreador de la vida".
Un núcleo esencial del complejo simbolismo del hain era la oposición inicial entre las fuerzas masculinas asociadas con el sol, y las femeninas enlazadas con la Luna.
Las fuerzas del día son cálidas, diáfanas, expansivas, y se enfrentan con los rayos fríos, pálidos, de la noche lunar. A pesar de que en la sociedad ona patriarcal, las potencias solares masculinas debían prevalecer, era necesario una reconciliación. Para ello, lo femenino, fuera de su faceta nocturna y gélida, debía ser aceptada también en su dimensión benéfica, maternal, creadora.
Esto se evidenciaba cuando Xalpen era reconocida como madre del niño resplandeciente K' terren y ante la presencia de Tamtan, la hija de la Luna.
Pero esta dualidad de frialdad y creación en lo femenino hablaba de ambivalencia, lo que confirmaba el apremio por controlar el peligro potencial de las fuerzas lunares, femeninas.
El hain era así un rito donde las mujeres aceptaban el control masculino mediante la repetición de un rito. El rito del hain donde una procesión de actores-espíritus infundían temor y recreaban una historia mítica. El dilema ineludible que surge entonces es si los hombres reunidos en la choza ceremonial del hain realmente creían en la autenticidad de la representación del rito o si sólo la consumaban a sabiendas de la falsedad de los espíritus (que sólo eran hombres) y con el único propósito de sostener una dominación sobre el sector femenino de la población.
El antropólogo Gusinde era partidario de esta última opinión.
Pero no así para Chapman porque esta autora estima que "la psicología del teatro se fusionaba con la certidumbre de una fe religiosa en lo sobrenatural, lo profano se fusionaba con lo sagrado".
Antes de su desaparición histórica, el hain era un cuarzo iridiscente en el que brillaba una poderosa y compleja imaginación. Una refulgente llama creadora.

Hoy, el hain es un fuego apagado. Pero no totalmente si su fantasía sobrevive en nuestra mirada asombrada.
Para promover este recuerdo y mirar asombrados, les presentamos, en este momento de Temakel, varias fotos históricas del hain de 1923 en el que participó Martin Gusinde. También hay dos fotos de las últimas mujeres onas sobrevivientes:LolaKeipja y Angela Loij.




Lola fue la última chamán de su pueblo. Anne Chapman grabó más de noventa de sus cánticos que luego fueron editados. La ancestral voz de Lola se desvaneció en 1966. Angela fue estrictamente la última alma femenina de su estirpe. Murió en 1974.
Si meditamos aun en el hain y lo sagrado, los onas quizás todavía dancen en un tiempo menos ingrato que el de los hombres.
Angela Loij fue la ultima mijer Ona...ella murio en 1974


El fuerte de la cultura Selknam era sin duda la pintura corporal. El colorearse el cuerpo con atractivos diseños era una institución en la vida del indio fueguino, tanto en su existencia rutinaria como en su aspecto mágico y ritual.
Aqui vemos los hombres Onas pintados, danzando la "danza de la serpiente"



La ceremonia del Klóketen o Hain es sin duda el aspecto más difundido de la vida cultural del Ona, correspondiendo al ritual de iniciación de los jóvenes hombres de las tribus de una zona en común. Los muchachos de entre catorce y dieciseis años eran separados de su hogar para convertirse en un klóketen o iniciado en la adultez a través de la ceremonia en cuestión. El aspecto más importante e interesante de la ceremonia Hain es el acoso que se hacía sobre el muchacho por parte de terroríficas representaciones de espíritus y ante las cuales el joves debía permanecer lleno de gallardía y valor. Los más conocidos de estos son,


De izquierda a derecha, los espiritus de Kotaich, Shoort, Tanu, Matan, Ulen
Tanu, con su cuerpo cubierto por emblemas relacionados con el cielo.
Es la hermana y mensajera de Xalpen, el principal espíritu del hain.
Dos shoort, unos de los principales espíritus que participaban del principal rito ona
Izquierda el shoort del cielo del norte y a derecha el shoort del cielo del sur.

El resplandeciente bebé K' terrnen al ser presentado a las mujeres por el chamán Tenenésk en el hain de 1923.

Lola Keipja, la última chamana ona; profunda conocedora del espíritu del hain. Murió en 1966




Mujeres Onas pintadas para el rito.

dos kloketen jovenes en fase de iniciacion

Tenenésk, chamán y sabio que dirigió el hain de 1923.
Los onas se autodenominaban "selkans", hombre de a pie. Eran básicamente cazadores. Habitaron en la Isla de la Tierra del Fuego. A comienzos del siglo XX, fueron sometidos a un exterminio por los estancieros dedicados a la crianza de ovejas.
Algunos pocos lograron sobrevivir en misiones salesianas.
Una obra clásica sobre los onas surgió del tesón del antropólogo austríaco Martín Gusinde quien, en la década de 1920, convivió con los onas y presenció su ritual fundamental, el hain.
El 1983, murió Lola Keipja, la última ona.
Sus cánticos de estirpe chamánica fueron grabados por la antropóloga francesa Anne Chapman, autora también de un importante libro sobre este pueblo, hoy desaparecido.
Aquí honramos a los imaginativos y extintos onas mediante el recuerdo del mito que narra los orígenes del hain, el rito esencial de su cosmovisión...

EL HAIN Y EL MITO ONA DE LA PELEA DEL SOL Y LA LUNA

Hace mucho, mucho tiempo, Krren, el Sol, y Krah, la luna, vivían en la tierra de los onas. En esa época las mujeres dominaban a los varones, a quienes trataban como a sirvientes, obligándolos a cumplir con las tareas más bajas.
Entonces eran ellos los encargados de cargar los bultos, cocinar, cuidar a los bebés o acarrear el agua hasta las chozas.En determinadas ocasiones las mujeres, dirigidas por Krah, se reunían en un amplio toldo para llevar a cabo una ceremonia secreta que se llamaba hain. El hain era una especie de fiesta donde las jovencitas eran proclamadas mujeres y donde la presencia de los varones estaba prohibida.
Durante el rito, las participantes se reunían alrededor del fuego y se disfrazaban:
se pintaban el cuerpo con arcilla roja y blanca y se cubrían de plumas.
Los hombres, mientras tanto, escuchaban los gritos y no se atrevían a acercarse por miedo a contrariar a los espíritus convocados. Pero un día tres hombres jóvenes, osados y curiosos llamados Sit, Kehke y Chechu se resolvieron a espiar a las mujeres durante el hain. Querían saber qué pasaba en la choza prohibida y develar el secreto del poder femenino. Los tres hombres se fueron acercando con sigilo, mirando atentamente a su alrededor y ocultándose cuando les parecía necesario.
Al llegar junto al toldo y atisbar por entre las junturas de los cueros se dieron cuenta de la gran verdad: los temidos espíritus no eran más que sus propias mujeres, a quienes reconocieron una por una.
Lleno de rabia, Sit lanzó un fuerte silbido de aviso, y todos los hombres corrieron hacia la choza donde se desarrollaba el hain provistos de piedras y palos.
Todos juntos se lanzaron contra las mujeres y las golpearon hasta matarlas.
Rápidamente Krah apagó el fuego sagrado y quiso organizar la defensa, pero Krren la enfrentó, furioso por el engaño. Enceguecido, le dio fuertes golpes en la cara y la derribó sobre las brasas de la hoguera. Su enojo era tan grande que mató a su propia hija, la hermosa Tamtam.
Hijas, madres, hermanas, esposas fueron ultimadas, todas menos las niñas que todavía no hablan llegado a la edad del hain.
Cuando los hombres se calmaron, contemplaron desolados los despojos. Comprendieron que no podrían seguir viviendo allí y decidieron marcharse. Hombres, niños y niñas pequeñas se dirigieron hacia el Este, muy lejos, más allá de los mares, donde el mundo se acaba. Y allí se quedaron durante mucho tiempo, llorando a sus mujeres muertas y su soledad. Sólo cuando las niñas se convirtieron en jovencitas los hombres decidieron volver a su tierra para repoblarla y comenzar de nuevo. Pero la vida de los onas nunca volvió a ser la misma.
Desde ese momento Krren y los hombres dispusieron que el hain fuera una ceremonia secreta de la que sólo ellos participaran.
Y dominaron el mundo mientras las mujeres, privadas de la protección de Krah, fueron sometidas para siempre. Después de la derrota, Krah, desesperada de dolor y humillación, se sumergió en el mar, nadó hasta el horizonte y desde allí subió al cielo, que sería desde entonces su nueva morada. Estaba furiosa con Krren, con los hombres y con todos los espíritus masculinos, pero también se sentía ufana de ser la única que había salvado la vida.
El Sol fue tras ella, burlándose de su cara manchada por los moretones y las quemaduras, pero no pudo ni podrá alcanzarla jamás. La gran persecución se repite todos los meses. Krah asoma poco a poco su rostro dolorido y se muestra por completo, clara y redonda, pero cuando divisa a Krren y comprende que él sigue dispuesto a maltratarla, comienza a esconderse hasta desaparecer.
La Luna es rencorosa, recuerda siempre el tiempo en que era reina y señora y no perdona a los onas, que ayudaron a Krren a destronarla.
Por eso envía desgracias a la Tierra y se lleva a los niños cuando las madres se descuidan. Los onas le tienen mucho miedo, no se alejan de sus toldos por las noches, no se unen con sus mujeres en luna llena y convocan a los hechiceros para que, con sus cantos, destruyan el influjo de Krah.
Muchas veces la maldicen levantando sus puños hacia el cielo, ordenándole que se vaya y deje de enviarles tormentas y enfermedades.
Ella, como si obedeciera, desaparece por unos días, pero luego, burlonamente, vuelve a asomarse. Una vez cada tanto, Krah no adelgaza sino que empieza a ponerse oscura y permanece así, como tiznada por el odio.
Entonces los onas siguen el mandato de sus hechiceros y resisten ensimismados, rogando todos juntos para que pasen pronto las horas angustiosas del eclipse. (*)

(*) Fuente: Leyendas de la Tierra del Fuego, comp. ArnoldoCanclini, Ed. Planeta, Ciudad de Buenos Aires.
LA LLEGADA DE KENOS
Kenos, nacido de la cúpula celeste y enviado de Timáukel, bajó a la Tierra deslizándose por una cuerda. Cuentan que la cuerda se rompió justo en el momento en que Kenos se posó en la Tierra y que ése fue el motivo de que no se volviera al Cielo de inmediato.
Porque, aunque venía con una gran misión, no le gustó lo que vio al echar el primer vistazo. La Tierra era chata e informe y estaba rodeada por Kox, el Mar.
Entonces Kenos creó las montañas y los barrancos y los distribuyó por el mundo.La luz era escasa y uniforme, y todas las horas pasaban en un alba perpetua.
Entonces Kenos inventó al Sol y a la Luna. Ordenó a Krren que brillara más fuerte a mediodía y que se retirara por la tarde para ser reemplazado por la blanca luz de Krah. Los árboles eran muy bajos y achaparrados porque el Cielo los aplastaba en su magnificencia. Entonces Kenos empujó la cúpula hacia arriba y la dejó allí, para que los bosques crecieran altos y hermosos.
Así fue como Kenos puso orden en la naturaleza y cumplió con la primera parte de su misión.

KENOS, CREADOR DE LOS HOMBRES

Cuentan que un día Kenos se hallaba cerca de un pantano, contemplando distraído su maravillosa obra. De pronto tomó un poco de barro, lo exprimió hasta quitarle el agua y modeló con él los genitales masculinos, que puso con cuidado en el suelo.
Del mismo modo formó enseguida los genitales femeninos y los colocó suavemente al lado de los otros. Al caer la noche, Kenos se retiró y, en medio de la oscuridad, los genitales se acoplaron durante un rato.
A la mañana siguiente, cuando Kenos volvió al 1ugar, se encontró con que un nuevo ser se encontraba junto a las figuras que él había modelado.
Y ese hombre fue el primer antepasado de los onas.
Lo mismo pasó la noche siguiente, y los hombres fueron dos.
Cada vez que se ponía el sol, los genitales se unían y un nuevo ser humano aparecía en el mundo. Pronto la región estuvo llena de hombres y mujeres, que se reconocieron como tales cuando vieron que había dos clases diferentes de seres, que en cierta parte de sus cuerpos se parecían a los modelos creados por Kenos.
Ellos fueron los primeros onas, de piel oscura como el barro del pantano con que Kenos los había creado. Más al Norte, Kenos encontró arcilla blanca, con la que formó hombres de cutis claro, que también se distribuyeron por la Tierra.
Entonces Kenos, para que reinara la justicia entre sus criaturas, otorgó a cada grupo un haruwen, un territorio que pudieran recorrer en busca de caza y de frutos, un sitio de donde nadie pudiera echarlos. Dicen los que saben que lo mejor de todo el ancho mando les tocó a los onas, los primogénitos de Kenos.

LAS ENSEÑANZAS DE KENOS

Cuando algún desprevenido pregunta el por qué de las conductas de los hombres, los onas contestan simplemente: “Kenos los hizo así”.
Y ésa es la verdad, porque el enviado de Timáukel les dio los dones más preciosos y les enseñó a vivir con felicidad. Cuentan que a Kenos le gustaba mucho conversar y que, sin pensar que los hombres no podían contestarle, se puso a parlotear.
Pero como hablar solo le resultaba muy aburrido, los instruyó a todos en la maravilla del lenguaje. Enseguida los onas se entusiasmaron, comenzaron a conversar unos con otros y ya nunca dejaron de hacerlo.
Otra vez, Kenos enseñó a los onas cómo hacer para que hubiera niños.
Les explicó que hombres y mujeres debían unirse y estableció normas al respecto. Ordenó a los hombres que no tomaran la mujer de otro y a las mujeres que no se acoplaran con ningún varón que no fuera su marido.
Después, Kenos determinó las distintas tareas de las que se ocuparían los hombres y las mujeres para vivir en armonía, aleccionó a los onas para que trataran a los ancianos con respeto y educaran a los hijos en las buenas costumbres, de modo que ellos, a su vez, las transmitieran a sus hijos.
Y así fue cómo Kenos cumplió con la segunda parte de su misión.
LA DESPEDIDA
Un día, Kenos, al que acompañaban tres ancianos, se sintió cansado:
había ordenado la naturaleza, había inventado a los humanos y creado una civilización. Entonces se acostó para recuperar fuerzas y se quedó dormido.
Dicen que Kenos durmió muchísimo tiempo; que sus acompañantes trataron de despertarlo pero no lo lograban. Entonces se dieron cuenta de que Kenos se había convertido en un viejo como ellos y que tal vez les hubiera llegado a los cuatro la hora de la muerte. Por lo tanto, se echaron en el suelo y yacieron por edades y edades, esperando la muerte, pero ésta no llegó.
Por fin, Kenos se despertó y decidió ir hacia el Norte, a una tierra muy lejana adonde tal vez conseguiría morir. De modo que partió, seguido por los tres ancianos.
El camino era muy largo y los cuatro caminaban con el paso lento de quienes están por abandonar la vida. Cuando llegaron a destino vieron que se trataba de un lugar lleno de gente. Los recién venidos pidieron que, una vez que los cuatro se acostaran en el suelo, los envolvieran en sus capas de piel y los dejaran descansar.
Así ocurrió y de tal forma por fin los encontró la muerte.
Pero la muerte no era eterna, de modo que después de yacer un largo tiempo todos vieron que Kenos y los demás comenzaban a suspirar y a recuperar los movimientos. Entonces se irguieron, se miraron unos a otros y comprendieron que eran jóvenes otra vez. De modo que todos los onas decidieron hacer lo mismo que Kenos.
El que sesentía tan viejo que había perdido las ganas de vivir se envolvía en su capa y se tendía en el suelo, como si estuviera muerto.
Los que tenían la suerte de rejuvenecer iban entonces hasta la choza de Kenos, que se apuraba a darlesun baño para quitarles el desagradable olor del que estaban impregnados, de la misma manera que él lo había hecho, dejando en el agua los restos de su vida anterior y alistándose para recomenzar.
Pero con el tiempo la vejez se adueñaba de nuevo de los cuerpos y de los corazones y a veces sucedía que alguien ya no se levantara más.
Sin embargo, no desaparecía, sino que se transformaba en un cerro, en un pájaro, en una cascada... Cuando a Kenos le llegó la hora de volver por fin a su casa celeste, los que tuvieron el privilegio de acompañarlo se convirtieron en las estrellas y los planetas que pueblan el luminosa cielo de la Tierra del Fuego. (*)

(*) Fuente: Leyendas de la Tierra del Fuego, comp. Arnoldo Canclini, Ed. Planeta, Ciudad de Buenos Aires.
(Texto y fotos de Esteban Ierardo)